Candil en la calle, pero oscuridad en su casa

En el lugar de mi trabajo, hay un señor que lleva años laborando en la empresa. El tipo es un excelente empleado. Muy serio con su trabajo.

Todos lo apreciamos mucho, porque él es muy servicial y a cualquiera lo saca de un apuro. Es una persona muy seria y respetuosa con todo el personal de la compañia.

No obstante, lo he escuchado varias veces, por casualidad hablando con su esposa por el teléfono. Y a decir verdad, no parece que fuera él. El tipo es muy grosero con la esposa. Le habla de mal tono y de muy mala manera. ¡Qué pedante!

El señor con todos nosotros es toda una amabilidad... un respeto sin igual. Sin embargo, parece que en su casa, con su familia, es todo lo contrario.

Y hay personas que tienen dos normas de conducta. Una con los amigos y compañeros de trabajo y otra muy distinta con los miembros de su casa.

Pero con la esposa y los hijos siempre debe haber respeto y consideración. La familia no merece que le hablemos groseramente o de forma hiriente. Nuestra familia es la que debe tener mejor trato que los compañeros de trabajo. Pues los compañeros de trabajo a veces se van y nadie vuelve a verlos. Sin embargo la familia casi siempre está ahí con nosotros, en las buenas y en las malas. ¿No les parece?

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