¡Dígaselo en vida!

Cuando nos reunimos con algún amigo, es muy tentador caer en el error de criticar a los demás. Criticamos a los hijos, al cónyuge, a los amigos y compañeros de trabajo. Menos a nosotros mismos.

Y es que a veces queremos que los demás actúen y piensen como nosotros. Pero pasamos por alto que las personas son diferentes. No son ni mejores ni peores...sencillamente  diferentes. Asi que cuando aprendemos a Aceptar y Respetar la diversidad de los demás, dejaremos de ser menos críticos para con ellos.

A menudo pasamos mucho tiempo analizando con detalles los defectos de nuestros amigos y familiares. No obstante, esas actitudes cambian cuando acontece una desgracia: la muerte. Sí, cuando la muerte se lleva a uno de nuestros amigos o familiares que tanto criticábamos, entonces las críticas se tornan en elogios y alabanzas para con la persona desaparecida.

Ahora bien, ¿Por qué parece más fácil alabar a los muertos más que a los vivos? En los funerales a los amigos y parientes les faltan palabras para alabar al fallecido. Sin embargo, en vida todas esas cualidades y virtudes pasaban desapercibidas. El enfoque estaba en los defectos.

Las personas no se hacen mejores porque estén muertas. Entonces ¿Por qué no aprovechamos ahora, cuando están vivas, para en vez de fijarnos en sus defectos, decirles cuanto lo queremos y cuan bueno son como seres humanos?

Tengo como norma ver lo bueno en todas las personas, en particular a mis amigos y familiares. Me esfuerzo por resaltarle sus cualidades y virtudes. Despúes que acontece la muerte las alabanzas y reconocimientos pierden mucho sentido y valor.
A propósito quiero agradecer - mientras todavía están vivos - a todos los que visitan y comentan en este humilde blog. Gracias de corazón

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