Muchas personas a pesar de que son pobres, no aceptan su condición social. A pesar de que no tienen carro propio, no les gusta andar a pie. Andan por la calle al último grito de la moda, sin embargo, viven en una cuarteria en un patio.
Tenemos una amiga, que es muy pretenciosa. A ella no le duele gastarse ciento cincuenta dólares en una falda. Siempre anda buscando quien la lleve a hacer sus diligencias, porque no le gusta andar en carro público. Vive admirando a los ricos asi como su estilo de vida.
Hace unos años presentaban un programa - no sé actualmente - en el cual presentaban cómo viven los millonarios. Con lujo de detalles la cámara recorria toda la casa y el patio. ¡Wao, qué mansiones!
La amiga en cuestión, en una ocación nos visitaba todos los jueves para ver el programa "como viven los millonarios". A la muchacha se le salian casi los ojos de la admiracion, al ver tantos lujos y tanta belleza. Pero después se la pasaba llorando y quejandose de la vida, ya que vivia en un estudio y apenas podia pagar la renta, porque el sueldo te lo tiraba en ropa de marca.
Nosotros tuvimos que aconsejarla para que dejara de ver esos programas, pues luego que ella terminaba de verlos, se sentía una desgraciada, porque donde ella vivía apenas tenia una cama y dos sillas. Eso sí, tenia una gran colección de zapatos y un buen guardaropa.
La moraleja de esto es que debemos aceptar nuestra condición social. Aunque no sea de nuestro agrado, hay que aceptar la pobreza, si no podemos salir de ella. No envidio la vida de los millonarios. No necesito tener un yate o un avión para ser feliz o sentirme satisfecho de la vida. Pero no es un pecado ser rico ni una desgracia ser pobre.
En la foto se puede observar la cocina de una familia rica. Hay mucha gente que vive en un apartamento con el mismo espacio de esta cocina. Sin embargo, como dice el dicho, a quien Dios se lo dió, San Pedro se lo bendiga.
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