Con el campo detrás de la oreja

Aunque nací en Santiago, mis padres nacieron en el campo. Ambos desde muy muchachos dejaron el campo y se mudaron para Santiago. En particular, mi padre nos contó que nunca le gustó vivir en el campo, pues ahí casi lo único que se puede hacer es sembrar, trabajar con la tierra.  En una ocación sus padres lo llevaron a Santiago y el se quedó fascinado en la forma en que se vivia en una ciudad en comparacion con el campo. Desde entonces él se puso la meta de abandonar su sitio de origen para irse a una ciudad. Asi que cuando tenia unos once años de edad, se mudó para Santiago con unos familiares.

Como tenia mis abuelos y tios en el campo iba con mis padres a visitarlos. Me gustaba ir al campo, ya que me ponia en contacto con la naturaleza. Aprovechaba para comer las frutas de los árboles. Era emocionate poder tomar los frutos de la propia mata y probarlos. Recuerdo que mis primos se subian a tumbar cocos y con mucha agilidad los pelaban para nosotros. ¡Qué rico era tomarse el agua directamente del coco!

Pero lo que nunca hice fue dormir en el campo. La oscuridad y las inconveniencias que hay en los campos no permitió que lo hiciera. Tenia miedo que una cacata u otro pájaro se me subiera a la cama. Asi que a pesar de la insistencia nunca pernoté en el campo. No viví la experiencia de pasar y amanecer en el campo. Y ustedes amigos ¿Han pasado la noche en un campo?

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