Recientemente un amigo nos llamó para informarnos que un amigo de la infancia estaba hospitalizado en una clínica de Santiago. De inmediato llamamos a su esposa para saber de su condición. Ella nos relató que nuestro amigo hacía dias venia sangrando por la boca, y como persistía el problema decidió ir a la clínica. Luego de muchos análisis y estudios, determinaron que él tenía leucemia en la sangre y de la peor. Para resumirle la historia, nuestro amigo de infancia sólo duró unos cuarenta dias vivo, a pesar del tratamiento y medicina casera que usó.
La esposa ha quedado devastada. Nosotros la llamamos para consolarla y darle ayuda espiritual. Le pregunté de cómo estaba manejando la situación ante la pérdida de su esposo. Ella se echó a llorar y con palabras entrecortadas me dijo: "Yo no estaba preparada para esto. Esto ha sido un golpe muy fuerte que no lo esperaba. Siento la casa muy vacía sin él. A veces tomo el celular para llamarlo y entonces recuerdo que ya él no está. El otro dia puse dos platos en la mesa para servir la comida...y no pude comer."
También me dijo que el momento donde más lo extraña es cuando se va a la cama a dormir - no por el sexo - sino que ellos estaban acostumbrado a dormir abrazados y oraban juntos antes de dormir. Ellos hacian una buena pareja. Se amaban mucho y ya los hijos son adultos. Nuestro amigo murió a los cuarenta y ocho años de edad. Ella pensaba que iba a envejecer con su esposo, pero la enfermedad le hizo una jugada mortal.
A veces trato de imaginarme la situación, pero la imaginación no es suficiente. Para en sí sentirlo hay que vivir la experiencia. Es muy fácil dar el pésame, pero lidiar con el dolor, la pérdida y la soledad de perder un ser querido muy cercano -como sería la esposa o un hijo - es algo que a cualquiera le puede acontecer, pero nadie está preparado para afrontarla.
Pero somos hijos de la muerte. Hoy estamos bien, pero de repente caemos en un hospital y salimos enfermos. Hay enfermedades silenciosas que dan pocos síntomas, que sólo salen a flote por análisis sanguíneos. Pero hay mucha gente que no le gusta ir al médico y por lo tanto no saben que enfermedades le andan por dentro. En el pasado yo tenía esa actitud, pero ya la superé. Cuando me siento mal acudo al médico. Como hago con el carro, que cuando hace un sonido extraño lo llevo al mecánico, pues no quiero que el carro me deje botado en la calle. Pero el detalle que yo soy más importante que el carro y no quiero dejar mis hijos sin padre, por lo menos no por ahora.
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